Numerosos estudios científicos indican que los vínculos entre las personas y organizaciones son fundamentales para enfrentar los desastres. Es por esto, asegura el sociólogo e investigador CIGIDEN, Ricardo Rivas, junto a la psicóloga UC, Javiera Castañeda, que aunque para enfrentar una pandemia necesitamos distanciarnos físicamente, es esencial continuar conectados socialmente con otras personas. Se trata de mantener nuestros vínculos y esto lo podemos entender en tres niveles.
El primero está asociado a familiares y amigos cercanos, que son generalmente nuestra red de apoyo más inmediata. “Son fundamentales en la ayuda material y psicológica, sin embargo, no siempre contamos con este tipo de vínculos. Por eso el siguiente nivel adquiere relevancia, el comunitario. Es decir , vecinos o conocidos que normalmente están en nuestro edificio o barrio”, comenta la psicóloga.
Este nivel, agrega la experta, también incluye a organizaciones territoriales, como las juntas de vecinos. Son las redes más eficaces en casos de personas o familias más vulnerables y funcionan muy bien si están fortalecidas desde antes de la emergencia. “Nunca es tarde para comenzar a establecer estas redes”, asegura Castañeda.
Ciudadanos con derechos
Los vínculos que podamos tener con organizaciones gubernamentales o no gubernamentales en pandemia y cuya misión es asistencia y promoción de políticas sociales, constituyen el tercer nivel. “Estos vínculos incluyen a autoridades como concejales, el alcalde o miembros del Congreso, como diputados y senadores. Si bien necesitamos ayuda desde las instituciones formales, debemos tener claro que seguimos siendo ciudadanos con derechos y deberes civiles”, explica Ricardo Rivas.
Frente al desarrollo de una emergencia o un desastre, como el COVID-19, es importante reconocer la existencia de las comunidades como elementos centrales la gestión de este tipo de eventos, plantea Ricardo Rivas, también investigador del centro científico COES. “Esto, explica, porque son la línea de comunicación directa para conocer las necesidades de sus miembros. Tanto para las autoridades u organizaciones a cargo del manejo de emergencias. La capacidad de organización espontánea permite reunir las necesidades de las personas en un lugar común y así poder llegar más fácil a ellos”.
Trabajar en comunidad contribuye a la toma de decisiones, complementa el sociólogo, ya que la toma de decisiones en situaciones de emergencias es una tarea difícil, sin embargo, cuando lo hacemos en conjunto podemos compartir nuestras experiencias e inquietudes, incrementando nuestra capacidad para tomar decisiones más efectivas. “A pesar de que no nos podemos reunir físicamente es importante pensar en comunidad y la labores de organización comunitaria pueden seguir realizándose en forma virtual”, agrega Rivas.
Amenaza, vulnerabilidad y exposición
¿Pero cómo enfrentar los riesgos en comunidad y pensar la gestión de riesgo a nivel comunitario? plantean los expertos. Primero, entendiendo que el riesgo de desastre se produce por la interacción de tres elementos esenciales: la amenaza que nos aqueja en el momento, la vulnerabilidad frente a ellos y cuán expuestos estamos a esa amenaza. Es esencial para fortalecer la resiliencia, indican los investigadores CIGIDEN, que las comunidades sean capaces de identificar sus capacidades para reconocer los recursos que existen para enfrentar la emergencia: quiénes pueden ayudar a otros y cómo organizar la ayuda si se necesita.
“El coronavirus es la amenaza que nos aqueja en este momento. Frente a ello es importante identificar aquellos espacios, áreas o conductas de las comunidades a las que pertenecemos, que pueden propagar esta amenaza. Al mismo tiempo, reconocer aquellos miembros de nuestra comunidad que están más expuestos a mayor riesgo producto de la enfermedad u otros riesgos asociados. Identificar a los adultos mayores que viven solos, familias con presencia de niños, personal de salud, etc.», concluye la psicóloga Javiera Castañeda.