«Genealogía de un desastre: La historia ambiental de una zona de sacrificio», fue la charla magistral –que en colaboración con CIGIDEN–, dictó la investigadora y académica de la Escuela de Trabajo Social y del doctorado de Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad de la Universidad de Valparaíso.
“Intoxicaciones y alertas sanitarias son solo la punta del iceberg en la catástrofe ambiental que viven los habitantes de la Bahía de Quinteros. Hace 50 años escogimos un territorio para sacrifico para el desarrollo nacional”, asegura Paola Bolados y agrega “los desastres no son accidentes, son eventos premeditados del proceso socio histórico”.
Puchuncaví y Quinteros eran a mediados del siglo pasado, una zona estratégica para la economía agraria de Chile, esto hasta la construcción de las fundiciones de cobre y oro de la ex ENAMI. Ya en esos años, agricultores de la zona se oponían al levantamiento de empresas mineras por los efectos nocivos de los metales en las plantaciones, pero el Estado, a través de una publicación de El Mercurio en 1957 respondió que “los habitantes de la zona deberán hacer un sacrificio por el desarrollo económico de Chile”.
Tras algunos años de funcionamiento de ENAMI y la instalación de otras empresas del rubro, se comenzó a evidenciar los primeros signos de un desastre ambiental, El Diluvio Ácido, como tituló la prensa de la época (Revista Apsi, ejemplar 308) a la lluvia ácida que destruyó hectáreas de sembradío. Esto fue la antesala de las historias de los “Hombres Verdes”: trabajadores de la ex ENAMI que denunciaban enfermedades por la exposición prolongada a metales pesados. «Hoy sabemos que muchos de ellos fallecieron por el desarrollo de varios tipos de cáncer y otros, sobreviven aún, pero con severas secuelas», señaló Bolados.
La evidencia científica
“Puchuncaví y Quinteros es uno de los territorios con mayor evidencia científica, tanto de niveles de contaminación de suelo, agua y aire, como también del impacto en la salud de los habitantes, sin embargo, ha habido un silencio cómplice desde la academia”, sentencia Bolados.
En 1992, como resultado de los estudios elaborados durante la década del 80, que midieron el impacto de la contaminación del suelo de la Bahía de Quinteros, se desarrolla el primer Plan de Descontaminación del Complejo Industrial Las Ventanas. Un año después, sin embargo, evidenciando el fracaso de la norma, el Ministerio de Agricultura a través de un decreto supremo (Nº346/93), declara el territorio como zona saturada de contaminación por anhídrido sulfuroso y material particulado.
Mujeres en resistencia
La investigadora Paola Bolados asegura que son las organizaciones sociales quienes una y otra vez han instalado la alerta sobre las zonas de sacrificio. Las mujeres, esposas en los 80 de “los hombres verdes” y, hoy madres, hermanas o abuelas de los niños hospitalizados por las emergencias sanitarias, son quienes salen a la calle exigiendo el cese de las faenas y el cierre de las empresas. “Y es que ellas piden que el conocimiento local sea legitimado, porque ellas cuestionan, al igual que yo, que el complejo levantado en el territorio sea industrial, porque allí no se produce nada, el complejo empresarial de Quinteros es sólo extractivismo”, cuenta la experta.
Bolados agrega “¿dónde están las mujeres en Puchuncaví y Quinteros? Cuidando enfermos, relegadas a la subordinación de su género en post del desarrollo extractivista, Las Mujeres en Zona de Sacrificio Puchuncaví y Quinteros en Resistencia (colectivo de mujeres formado por habitantes de la zona), son quienes hoy viajan por los territorios denunciando que la instalación de 16 empresas en un radio de 5 kilómetros es criminal, que la dosis de sulfato en Chile es 30 veces mayor que la internacional y que de los 9 gases que provocan envenenamiento en la zona, sólo 1 está normado. Ella son las que recuerdan que, el sistema de producción en Chile no es sustentable, pero que no renuncian a la idea de que sí podría serlo”.